Dispuesto a reinventarme y con ganas de satisfacer a la crítica para que sea benigna conmigo voy a hablar de algo totalmente diferente de lo que normalmente no se explica en las crónicas triatlones...aunque la verdad no sé por dónde empezar.
Quizá podría hablar de la barrita energética que nos dieron al acabar el triatlón para recuperarnos. Esta era de un espesor superlativo, tanto que cuando le dabas un mordisco automáticamente las mandivulas se te quedaban encajadas en esa barrita y no había manera de separar los dientes sin la ayuda de un gato hidráulico. En la fábrica dónde las hacen probablemente usen sistemas métricos utilizados para medir el espesor de los hormigónes. No sé si sería el mejor tema...
Podría hablar de los triatletas que llevan estampado el nombre en su traje de triatlón y no son profesionales (a estos se lo pagan) y luego resulta que no los conoce nadie. Por que que lo lleve Javier Gómez Noya lo puedo entender, ya que cuando me adelantó a toda pastilla en el tramo a pie y pude leer que era él no me desanimé ya que sabía que estaba siendo adelantado por el subcampeón del mundo, campeón de Europa y de España (imposible seguir ese ritmo). Pero que lo lleve alguien que la postre lo vas a adelantar solo sirve para que le pegues un grito por su nombre "Oyee Juanjo, aparta que paso!!!" cosa que tampoco les debe gratificar mucho.
Se me ocurren miles de cosas más, aunque no sé si voy por el buen camino o tendría que volver a las anodinas crónicas y explicar que llegué a meta el 63 de 1000 con un tiempo de 2h6', tiempo que todavía no me acabo de creer con un parcial en los 10km de 38'. Y que ese día debutaron varias amigas haciendolo muy bien y que hubo gente que nos estuvo viendo que me llena absolutamente con su presencia, y que es el último triatlón de la temporada y que ya tengo ganas que empiece la siguiente!!!
